11/02/2011 | LOCALES
Para muchos centros poblados del interior rural uruguayo fue un lugar de encuentro.
Las estaciones de trenes, con su intercambio social y comercial, atraían a curiosos, movilizaban viajeros y concentraban gran parte de la producción agrícola ganadera. En ese contexto, la estación de ferrocarril de villa Quebracho supo de buenos tiempos y marcó fuertemente el desarrollo de una zona proficua, con una actividad que mantuvo activos a operarios y productores del lugar.
En 1876 la empresa ferroviaria Midland del Uruguay adquirió ocho hectáreas de tierras en la zona. El objetivo de la compra no era otro que el de instalar las vías que unirían a las ciudades de Paysandú y Salto.
Fue así que el 1° de noviembre de 1890 quedó inaugurada la línea, en cuyo trayecto se instalarían varias estaciones. Quebracho y Queguay contarían con sus respectivas paradas, construyéndose hacia el norte puntos de descanso y abastecimiento, tales como los de Guaviyú y Rivas.
La empresa brindaba servicio de traslados de pasajeros, carga de mercadería en general y trasporte de ganado. Por aquellos años Quebracho contaba con los servicios los miércoles y sábados rumbo al norte. Por otro lado los trenes considerados mixtos cruzaban por la localidad los lunes y jueves a la tarde. Éstos unían Montevideo con Salto. A la inversa lo hacían por la mañana a las 10 y 45. En ese horario, el 3 de agosto de 1912, en el marco de una gira promocional de la revista “Mundial”, el ilustre poeta americano Rubén Darío pasó por dicha localidad en el convoy proveniente de Salto, acompañado por Alfredo Núñez y Adolfo Guido, copropietario de la referida publicación. El célebre poeta llegó a Paysandú indispuesto a consecuencia del cansancio del viaje.
Tiempo después, el servicio de trenes fue adquirido por el Estado hasta que finalmente dejaron de prestar servicios de pasajeros en la década del 90. Hoy los lugareños siguen oyendo la bocina del tren que transporta parte de la producción de arroz, que viaja hacia Montevideo.
También algunos pobladores recuerdan el pasaje del por ese entonces presidente de la República, Alfredo Baldomir. También es muy recordado el fenómeno social que significaba la parada de trenes, donde los quebrachenses se aglomeraban como forma de distracción. Los niños recorrían los vagones y las familias observaban el movimiento de pasajeros. Era común escuchar al marcharse el tren la frase: “se va la diversión”. El motocar fue el último medio de traslado de pasajeros hacia Paysandú por los años 90 por las vías.
Esta historia se basa en un cuidadoso trabajo que se lleva a cabo en el centro MEC de Quebracho, con motivo de celebrarse en 2012 el centenario de la villa. Desde ese lugar y en otras instituciones locales se trabaja intensamente a efectos de ir armando el escenario propicio para los festejos. La historia de estos campos del interior del departamento tendrá mucho que ver en el espíritu de la fiesta.
Las estaciones de trenes, con su intercambio social y comercial, atraían a curiosos, movilizaban viajeros y concentraban gran parte de la producción agrícola ganadera. En ese contexto, la estación de ferrocarril de villa Quebracho supo de buenos tiempos y marcó fuertemente el desarrollo de una zona proficua, con una actividad que mantuvo activos a operarios y productores del lugar.
En 1876 la empresa ferroviaria Midland del Uruguay adquirió ocho hectáreas de tierras en la zona. El objetivo de la compra no era otro que el de instalar las vías que unirían a las ciudades de Paysandú y Salto.
Fue así que el 1° de noviembre de 1890 quedó inaugurada la línea, en cuyo trayecto se instalarían varias estaciones. Quebracho y Queguay contarían con sus respectivas paradas, construyéndose hacia el norte puntos de descanso y abastecimiento, tales como los de Guaviyú y Rivas.
La empresa brindaba servicio de traslados de pasajeros, carga de mercadería en general y trasporte de ganado. Por aquellos años Quebracho contaba con los servicios los miércoles y sábados rumbo al norte. Por otro lado los trenes considerados mixtos cruzaban por la localidad los lunes y jueves a la tarde. Éstos unían Montevideo con Salto. A la inversa lo hacían por la mañana a las 10 y 45. En ese horario, el 3 de agosto de 1912, en el marco de una gira promocional de la revista “Mundial”, el ilustre poeta americano Rubén Darío pasó por dicha localidad en el convoy proveniente de Salto, acompañado por Alfredo Núñez y Adolfo Guido, copropietario de la referida publicación. El célebre poeta llegó a Paysandú indispuesto a consecuencia del cansancio del viaje.
Tiempo después, el servicio de trenes fue adquirido por el Estado hasta que finalmente dejaron de prestar servicios de pasajeros en la década del 90. Hoy los lugareños siguen oyendo la bocina del tren que transporta parte de la producción de arroz, que viaja hacia Montevideo.
También algunos pobladores recuerdan el pasaje del por ese entonces presidente de la República, Alfredo Baldomir. También es muy recordado el fenómeno social que significaba la parada de trenes, donde los quebrachenses se aglomeraban como forma de distracción. Los niños recorrían los vagones y las familias observaban el movimiento de pasajeros. Era común escuchar al marcharse el tren la frase: “se va la diversión”. El motocar fue el último medio de traslado de pasajeros hacia Paysandú por los años 90 por las vías.
Esta historia se basa en un cuidadoso trabajo que se lleva a cabo en el centro MEC de Quebracho, con motivo de celebrarse en 2012 el centenario de la villa. Desde ese lugar y en otras instituciones locales se trabaja intensamente a efectos de ir armando el escenario propicio para los festejos. La historia de estos campos del interior del departamento tendrá mucho que ver en el espíritu de la fiesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario